Vuelcos de automóviles, choques, atropellos, entre muchos más eventos de esta índole ocurren todos los días en diversas carreteras por todo el mundo. Sin embargo, me ha sorprendido la frecuencia con la que he visto este tipo de accidentes en las carreteras de Mérida a lo largo de mi corta estancia en la ciudad. Ocampo (2021) establece que de acuerdo con los números ofrecidos por el INEGI:
Los municipios con el mayor número de lesionados fueron Juárez, Chihuahua (2,329); Culiacán, Sinaloa (2,209); Torreón, Coahuila (2,046); Tijuana, Baja California (1,571); Monterrey, Nuevo León (1,554); Chihuahua, Chihuahua (1,405); Mérida, Yucatán (1,185); Durango, Durango (1,128); Benito Juárez, Quintana Roo (1,040), y Aguascalientes, Aguascalientes (1,040).
Mérida aparece como el séptimo municipio con más lesionados. Llama mucho la atención ya que, con base en lo reportado por Fuente (2014) 7 de cada 10 licencias son aprobadas, pero una gran parte ya contaban con otra licencia, así se puede observar que el examen de manejo en esta ciudad requiere de mucha práctica, pero parece curioso que Yucatán Ahora (2019) exprese que, con datos ofrecidos por el INEGI, Yucatán se ubicó entre uno de los 10 estados con más eventos de tránsito. Chan (2022) expresa que “la infraestructura carretera de Yucatán tiene diversas características y es importante que los conductores de todo tipo de vehículos las tomen en cuenta para evitar percances”, no obstante, estos incidentes se dan independientemente de las características del camino.
Ante todo, vale la pena destacar un concepto que maneja El Reglamento Vehicular de la Ciudad de México (s.f.) donde establece que los hechos de tránsito son eventos que ocurren por el tránsito vehicular, donde está involucrado al menos un medio de transporte terrestre y que cause daños materiales, lesiones y/o fallecidos. Cabe destacar que el mismo reglamento intenta hacer una distinción entre el término hecho de tránsito y accidente de tránsito debido a que estos últimos suceden de manera espontánea, mientras que los primeros pueden prevenirse. Esta distinción invita a la población en general abandone la idea de que los hechos de transito son accidentes que no se pudieron haber evitado y prevenido, es decir, que simplemente sucedió.
El Reglamento de la Ley de Tránsito y Vialidad del Estado de Yucatán (2018), en el artículo 398 únicamente define los accidentes de tránsito. Indican que son eventos inesperados que son causados por una acción y omisión del conductor, peatón o pasajero, en el que se ve involucrado un vehículo en movimiento que ocasiona lesiones, muertes o daños a los bienes. Si bien, a lo largo de este reglamento sí mencionan el término hecho de tráfico, no existe esta diferenciación ni la definición de este concepto dentro del documento.
Uno no piensa en esas cosas hasta que suceden. En ocasiones llegamos a comportarnos de manera distante e indiferente a algunos eventos de la vida debido a que no nos ha pasado. Me fascinaba que los cruces peatonales fueran respetados ya que de la ciudad de donde vengo no es algo común. La vialidad de Yucatán también captaba mi atención por las famosas rotondas o glorietas y, que sin necesidad semáforos en la gran mayoría, el flujo vehicular no se ve interrumpido. No me di cuenta de los múltiples hechos de tránsito en la ciudad hasta que mi hermana chocó y yo estaba de copiloto. Había visto que se solían parar para llamar a los organismos correspondientes y, por supuesto, a los seguros. Pero en esa lluviosa noche no hubo nada de eso: el conductor siguió (quizá por las prisas), mas el susto en nosotras se mantuvo dentro del carro. Al día siguiente, de camino a la Facultad, vimos dos veces la escena antes narrada: dos autos detenidos en medio carril, con elementos del tránsito presentes y personas con el uniforme de alguna aseguradora. Luego de eso me hice más consciente de mi alrededor y de los caminos: comencé a ver a los dos lados del camino, aunque la calle sea solo de un sentido, el nerviosismo en el transporte público había crecido y con ello mi miedo al volante.
No podría contar todas las veces en las que casi me veo involucrada o presencio un hecho de tránsito. Sin embargo, aunque comencé a ser un poco más cautelosa, no ha desembocado en paranoia, porque ya es algo que es parte de mi cotidianeidad. Pero la palabra responsabilidad es la que más acaparó mi atención durante un par de días: me negaba a reconocer el verdadero peso de ser un conductor y qué tanta responsabilidad carga la persona que tiene las manos en el volante. Además, encuentro difícil de determinar cuáles podrían ser las razones de este fenómeno ya que es, incluso, complejo establecer si el incidente es un accidente o un hecho de tránsito. Me resigno a saber que en el camino tengo que ser presente de mí misma y de las personas que se encuentran a mi alrededor para evitar estar en aquella escena peculiar a media calle.
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