Efraín Huerta, mejor conocido como “El gran cocodrilo”, nació en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914. Fue partícipe de las causas sociales desde su juventud y su conciencia política lo llevó a unirse en 1936 al Partido Comunista; de igual forma, al lado de Octavio Paz formó parte de la revista Taller (1938). Huerta falleció el 3 de febrero de 1982 en la Ciudad de México dejando un gran impacto en la lírica mexicana del siglo XX. Entre las obras más importantes que el autor escribió durante toda su trayectoria como poeta destacan, Absoluto amor (1935), Hombres del alba (1944), Mi país, oh mi país (1958) y Estampida de poemínimos (1980).
Los rasgos característicos de su poesía los podemos enumerar de la siguiente manera, primero —como indican en el programa Mirador Universitario— hay que tener en cuenta que Huerta es muchos Huertas a lo largo de su trayectoria; su obra está situada en lo telúrico de lo social y urbano (en Hombres del alba), despliega el ruido y el caos de la ciudad dentro de sus poemas, después, lo integra en buena medida con el humor y el habla cotidiano. Otra característica del Huerta joven tiene que ver con su militancia política de izquierda, el poeta necesita decir sus angustias políticas. En términos de la Enciclopedia de la literatura en México (2011): “En sus versos la Ciudad de México se convierte por primera vez en personaje colectivo y es retratada sin ningún tipo de complacencia” (Cortés, Lugo y Mendoza, 2011, párr. 4).
Para ejemplificarlo, vemos cómo en el poema “Los hombres del alba” se desarrolla el tema del poeta en constante relación conflictiva con la urbe: hay una voz lírica que con coléricas declaraciones describe a todos aquellos personajes que salen “del alba” en la moderna Ciudad de México para cometer actos despreciables, son personajes que sólo se mueven en la oscuridad porque se sienten más cómodos en ese ambiente matinal, para así cometer actos que de día serían impensables por la luz que “todo lo ve”, vuelven a sus escondites, con esa voz propia cargada de gravedad:
Son los hombres del alba.
Los bandidos con la barba crecida
y el bendito cinismo endurecido,
los asesinos cautelosos
con la ferocidad sobre los hombros
los maricas con fiebre en las orejas
y en los blandos riñones,
los violadores,
los profesionales del desprecio,
los del aguardiente en las arterias,
los que gritan, aúllan como lobos
con las patas heladas.
Los hombres más abandonados,
más locos, más valientes:
los más puros.
La fundación de la lírica mexicana moderna se integra con las piezas y estructuras de la ciudad, Huerta comienza a hallar su propia voz. También en el poema “Juarez-Loreto” vemos cómo de nuevo el rasgo de ir cartografiando a la ciudad se vuelve el tema principal del poeta, pues es la única forma de celebrar y al mismo tiempo lanzar un grito desaprobatorio al infierno cotidiano que se vive en las urbes. Gracias al juego de palabras el autor construye una esperpéntica Ciudad de México, hay una figura constante con la que se juega: vincula el cuerpo de la mujer con el cuerpo de la ciudad erotizando el lenguaje.
Adoro tu nalga derecha, tu pantorrilla izquierda,
tus muslos enteritos, lo adivinable y calientito, tus
pechitos pachones
y tu indigno, antideportivo comportamiento.
Que te asalten, te roben, burlen, violen,
Nariz de Colibrí, Doncella Serpentina,
Suripantita de Oro, Cabellitos de Elote,
porque te amo y alabo desde lo alto de mi aguda
marchitez.
Hoy debo dormir como un bendito
y despertar clamado en el desierto de la ciudad
donde el Juárez-Loreto que algún día compraré
me espera, como un palacio espera, adormilado,
a su viejo –príncipe— poeta
soberbiamente idiota.
Encontramos que su poesía se relaciona con la tradición perteneciente a los contemporáneos y se convirtió en miembro de la generación de Taller en México, su característica principal es que repudian el lirismo subjetivo y estético. Un ejemplo son sus poemínimos en dónde el poeta crea una nueva forma breve de poesía, al estilo de los Haikus japoneses; se mezclan humor y brevedad, en este sentido, conjuga la cultura letrada con la tradición popular. Da espacio al gozo erótico, al auto escarnio, a la denuncia social, a la crítica moral y estética, como se lee en Efraín Huerta de la Enciclopedia de la literatura en México: “Elementos de juego, humor, burla, desenfado y camaradería otorga espacio al otro en una polifonía que alimenta un lenguaje que por momentos aparece con un estilo barroco”, como lo podemos ver en el poemínimo “Mercadotecnia”:
Salido
El poema
No se
Admite
Reclamación.
El poeta ya no es una invención romántica que todo puede lograr, al contrario, es un hombre que gracias a su trabajo utiliza herramientas de construcción poética para lograr una “estética de la impureza” contrapuesta a la “poesía pura”, este nuevo poeta está comprometido con su propia conciencia y con sus sentimientos.
Comentarios