En el Estado de Yucatán hay un líquido amargo que parece volver loca a la mayoría de personas. Su consumo es elevado, y cuando hay restricción de éste, la gente paga cantidades exorbitantes con tal de obtenerlo. En casos extremos no importa el precio, sino poder beberlo. El alcohol: un problema que si bien, años anteriores derivaba en graves consecuencias, es decir, la intoxicación por su consumo, a día de hoy esta intoxicación ha disminuido. Pero no se ha eliminado, puesto que la razón principal de esta disminución fue el virus de la COVID-19, por lo que probablemente con la reactivación económica, volverá a ser el problema número uno del Estado. Un problema que afecta a miles de familias yucatecas, un problema debido a una enfermedad: el alcoholismo.
Durante 10 años, Yucatán mantuvo el primer puesto en intoxicación por consumo de alcohol, según el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud. Es decir, que hasta el año 2021, 1 de cada 4 casos de ingestión etílica en México sucedían en Yucatán. De acuerdo al portal de El financiero "según el informe de la primera semana de enero de 2019, el año pasado se registraron 9 mil 773 casos de intoxicación etílica en hombres y 751 en mujeres, lo que sumado representa el 25 por ciento del total que es de 40 mil 760 en todo el país" (2019). Esto representaba un grave problema para la sociedad yucateca, la economía de estas y su vida familiar.
A raíz de la presencia de la COVID-19, el porcentaje de intoxicación por el consumo del alcohol disminuyó de manera nacional, por lo que Yucatán también se vio favorecido. A partir del 2021, el estado dejó el primer puesto para ocupar el doceavo. Esto, según el portal de Sipse noticias: "De acuerdo con datos de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SS) federal, en 2021 se registraron 669 casos de IAA (640 hombres y 29 mujeres) que en comparación con los 2 mil 444 reportados en 2020, significa una reducción el 72.6%" (2022).
Las personas más susceptibles a presentar esta emergencia médica, se encuentran los jóvenes de entre 25 y 44 años de edad, y el género más afectado es el masculino en comparación a las mujeres.
La intoxicación por el consumo de alcohol es una emergencia médica, se trata de una consecuencia de beber grandes cantidades de alcohol en un periodo corto. Entre sus consecuencias, se encuentran el coma e incluso la muerte. Entre los síntomas se encuentran: confusión, vómitos, convulsiones, respiración lenta (menos de ocho respiraciones por minuto), respiración irregular (intervalos de más de 10 segundos entre respiraciones), piel azulada o pálida, temperatura corporal baja (hipotermia) y desmayos (pérdida del conocimiento) sin poder despertarse (Mayo clinic).
La primera vez que noté el gran problema alrededor del alcoholismo en Yucatán fue cuando fui consciente del alcohol en las fiestas familiares. No solo en fiestas para adultos, sino en cualquier reunión, incluso infantiles. Las excusas para su ingesta abundaban: días inhábiles, conmemoraciones, fechas religiosas, cumpleaños, y un largo etcétera; el alcohol no podía faltar. Lo veía en redes sociales y escuchaba eso, pero nunca lo había visto en mi vida. Con anterioridad lo había clasificado en mi subconsciente como algo relativamente normal, en las fiestas de mi familia nunca había alcohol, pero cuando acudí a una fiesta de la familia de una de mis primas, mi percepción de esto cambió. Jamás había estado en una reunión familiar donde el alcohol formaba una parte fundamental. Pero esa vez fue diferente: en esa reunión se encuentran bastantes cajas de cerveza, gastaban miles de pesos para abastecerse, sin importarles los problemas económicos por los que atravesaban. Desde ahí la alarma en mi cabeza se encendió, no entendía como una bebida podía significar algo tan importante en una celebración, no entendía cómo podían priorizar comprar alcohol teniendo en cuenta los problemas económicos que atravesaban y, sobre todo, no entendía cómo casi se peleaban por ir a comprar más.
El alcohol afecta de diferentes formas a las personas: algunas ríen, se vuelven más cariñosas, más extrovertidas, y, en los peores casos, se vuelven violentos. Esto sucede debido a que el alcohol es un desinhibidor social y psicológico, libera dopamina que es el neurotransmisor de las emociones (UNAM GLOBAL). Esta última es una de las experiencias que tuve en la reunión de Navidad de la familia de mi prima, en la cual, como si de un meme se tratara, la familia comenzó a pelear por los terrenos de la abuela (mi tía). Debido a esto, tuve que irme de ahí, la pelea se estaba poniendo acalorada, por lo que era incómodo e inseguro para mí. Si bien es una historia graciosa, esta es una anécdota que se puede contar para aliviar el ambiente: por las risas. Pero hay casos peores, en los que las personas bajo la influencia del alcohol han llegado a lastimar personas, de forma directa o indirecta. Accidentes automovilísticos e incluso violencia doméstica.
Es así como con la experiencia anterior noté que el alcoholismo en Yucatán es un problema grave. Un problema bastante normalizado, por lo que se percibe como algo común y que no lastima a nadie. Pero no es así, el alcoholismo conlleva consecuencias no solo para la persona que lo consume, sino también para las personas a su alrededor. Desde personas cercanas hasta personas completamente extrañas. Uno nunca sabe cuándo alguien bajo la influencia del alcohol puede volverse violento, ni mucho menos de lo que puede ser capaz una persona así.
Como toda adicción, el alcoholismo es una enfermedad que debe ser tratada con la seriedad debida. Por lo que buscar ayuda profesional es uno de los principales consejos que podría darle a cualquier persona que atraviesa por esta enfermedad. Antes de que suceda un accidente, o incluso, una intoxicación por alcohol que pueda acabar con la vida del consumidor.