Margarita León es una poeta otomí originaria de Santiago de Anaya, Hidalgo. Antes de formarse como poeta, estudió psicología en Educación, cursó su Maestría en Psicología Cognitiva y Aprendizaje en la Universidad Autónoma de Madrid y FLACSO Argentina, y tiene una especialidad en Lectura y Escritura por la Universidad de Buenos Aires. Su carrera literaria la ha llevado a impartir varios cursos de creación poética en lengua originaria en su estado, así como la presentación de su libro Palabra que ilumina en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en 2015, mismo año en que terminó su periodo como becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 2014-2015.
Los versos de León pertenecen a una nueva generación de poetas que escriben en lenguas originarias, que al no dedicarse únicamente a la recopilación y rescate de la tradición oral, puedan dirigir sus versos hacia un nuevo camino que será fundamental en su obra; y este es la búsqueda de una forma de expresar de manera oral y escrita aquello que es necesario externar.
En una entrevista realizada en 2020 la poeta habla sobre cómo influyó su estancia en el extranjero y su formación como psicóloga en esta búsqueda por encontrar su propia voz, lo que la llevó a cuestionarse el significado de escribir poesía en lengua originaria. La poeta dice al respecto: “Me gustaba la poesía de Irma Pineda, la de Natalia Toledo, y también de los precursores, pero sabía que yo debía entrar de otro modo, que esa poesía no me iba a expresar a mí. Yo necesitaba explorar más. Porque la literatura da para muchísimo, pero estamos siguiendo cánones, formatos que nosotros mismo reprobamos ¿eso y sólo eso es literatura indígena?”.
Ser parte de la cultura otomí es determinante para la poeta, en la misma entrevista menciona: “No existiría mi poesía si yo no fuera de la cultura otomí. No escribiría poesía, estaría dedicada a la psicología. Son esas ganas de decir lo que soy, pero no sólo lo que soy, sino lo que represento”. Así pues, en su poesía se vislumbra aquella preocupación por construir el camino propio, la sensación de estar pérdida y una constante lucha entre el cuerpo y el alma. En el poema “Casa” se sitúan todas estas preocupaciones desde el hogar:
Entre paredes flotantes
barrotes dibujados
risas de máscaras y bufones
Que halé de mis pesadillas
Estoy en casa
Buscando la entrada
No hay puertas
Los muros parecen salidas (En casa)
En su poesía abundan las imágenes que se construyen desde los lugares cotidianos como la casa, o bien, elementos de la tierra como el maguey y el mezquite:
Miradas promisorias
Entre hurtos de magueyes
Espinas de mezquite
Que surcan los lamentos (Sei)
Sin embargo, sus imágenes también nacen de los mares, y otras más son producto del recuerdo o del sueño. En todos los casos se presenta un yo lírico que, en su sensación de estar perdida, camina y recorre el mundo con la intención de encontrarse.
Fui reflejo de mar
Lamento de sosiego
Llamado que no tuvo respuesta
Estuve en ausencia, mojada de vino
En todas las noches enfiladas al destierro
En el sueño que amanece llorando a los niños (Pasado)
Aunque la lectura de los poemas es siempre una experiencia grata, Jaime Chávez Marcos no se equivoca al decir que “quienes no conocen la lengua otomí y todas sus variantes, no entenderán lo escrito más que en español”. Sería posible hacer una lectura diferente si leyéramos sus versos en otomí, una tarea complicada para algunos pero que se puede intentar, pues Margarita León publicó su libro Sanjua Donínoya Otomí en la editorial Piedra Bezoar que se puede descargar libre y gratuitamente.
La escritura en lenguas originarias sigue creciendo y cada vez encuentra más autoras, autores y una mayor cantidad de espacios donde crear y crecer. El reconocimiento literario que merece Margarita León proviene de la calidad de sus versos y la riqueza de sus temas e imágenes. Es, en fin, una poesía que se hace escuchar.
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