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Fernanda García

Salvador Novo


Salvador Novo. Letras que dicen "Los que tenemos unas manos que no nos pertenecen, grotescas para la caricia..."
Salvador Novo. INAH. CC BY-NC 4.0

Salvador Novo López fue un ensayista, poeta, publicista, dramaturgo y diplomático mexicano. Nació el 30 de julio de 1904 y murió el 13 de enero de 1974 en la Ciudad de México. Fue miembro del grupo Contemporáneos y de la Academia Mexicana de la Lengua. A pesar de nacer en la Ciudad de México vivió hasta los 12 años en Torreón, Coahuila, después volvió a la capital del país para continuar con sus estudios. Durante sus años en la Preparatoria Nacional conoció a Xavier Villaurrutia y a Jaime Torres Bodet, los tres se volvieron grandes amigos y compañeros de proyectos. Posteriormente, Novo ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México para estudiar Derecho, pero abandonó la carrera para luego ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras en donde estudió para ser Maestro en Lenguas Italianas.


Novo participó en la creación de dos revistas de suma importancia: Ulises (1927-1928) y Contemporáneos (1928-1931) —nombre del posterior grupo dentro del que se le reconoce—, algunos de los miembros fueron: Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Enrique González Rojo, Bernardo Ortiz de Montellano y Carlos Pellicer. Aunque el grupo de los Contemporáneos jamás tuvo un manifiesto o reglas específicas, todos los que se consideran integrantes compartían ideas sobre modernizar la literatura; José María Espinasa la ve como una generación “comprometida con un cambio de mentalidad y con la práctica del pensamiento y la literatura en contraste con su sociedad” (Espinasa, 2017, p. 61).


De igual modo, reflexiona cómo se caracteriza principalmente en la revista “la necesidad de trazar la esfera estrictamente creativa del fenómeno literario” (Espinasa, 2015, p. 60), además se debe distinguir que “en todos los Contemporáneos la huella de la Revolución es perceptible” (p. 60). Algunos de los rasgos poéticos de la generación serían: extensos poemas filosóficos, la poesía como un juego, uso del soneto, la belleza como un objeto poético, preocupación exclusivamente literaria e interés en el teatro.


La producción literaria de Novo abarcó una gran variedad de géneros, aunque el que destacó y por el que se hizo ampliamente reconocido es por su obra lírica. Dentro de su obra, destacan: Nuevo Amor (1933); Espejo (1933); La estatua de sal (publicada en 1998)autobiografía; El tercer fausto obra de teatro; Nueva grandeza mexicana ensayo sobre la Ciudad de México; En defensa de lo usado y otros ensayos (1938) y Las aves en la poesía castellana (1953) ensayo leído para ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua en 1953.


En su poema "Las ciudades" podemos notar un yo lírico que muestra un panorama de diversas localidades en el norte del país y presenta una serie de estampas de situaciones cotidianas, nunca de acciones, que, con el único verbo de todo el poema, se mezclan con la arena del enorme desierto:


Las ciudades

En México, en Chihuahua.
en Jiménez, en Parral, en Madera,
en Torreón,
los inviernos helados y las mañanas claras,
las casas de la gente,
los grandes edificios en que no vive nadie
o los teatros a los que acuden y se sientan
o la iglesia donde se arrodillan
y los animales que se han habituado a la gente
y el río que pasa cerca del pueblo
y que se vuelve turbulento con la lluvia de anoche
o el pantano en que se crían las ranas
y el jardín en que se abren las maravillas
todas las tardes, a las cinco, cerca del quiosco
y el mercado lleno de legumbres y cestas
y el ritmo de los días y el domingo
y la estación del ferrocarril
que a diario deposita y arranca gentes nuevas
en las cuentas de su rosario
y la noche medrosa
y los ojos de Santa Lucía
en el quitasol de la sombra
y la familia siempre
y el padre que trabaja y regresa
y la hora de comer y los amigos
y las familias y las visitas
y el traje nuevo
y las cartas de otra ciudad
y las golondrinas al ras del suelo
o en su balcón de piedra bajo el techo.

Y en todas partes
como una gota de agua
mezclarse con la arena que la acoge.

Mirada que, a la vez, despide el mundo previo y saluda el mundo moderno que se ve en el horizonte de la época.


A pesar de ser conocido como un miembro del grupo, Christopher Domínguez, puntualiza que “fue el más ávido y el más informado; aunque no le interesó ejercer la crítica literaria y como ensayista le faltó la sensibilidad de Xavier Villaurrutia y la pasión por las ideas que caracterizaron a Jorge Cuesta, Novo fue, sin discusión, ‘el moderno’” (Domínguez, 2007, p. 374).



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