Sara María Uribe Sánchez, escritora y poeta, nació en Querétaro el 13 de enero de 1978. Posteriormente, en 1996, se trasladó a Tampico, Tamaulipas, donde estudió Filosofía. Recientemente obtuvo la maestría en Letras Modernas por parte de la Universidad Iberoamericana. Entre sus ocupaciones ha ejercido como directora del Archivo Histórico de Tampico; impartió el taller de creación literaria titulado El oficio de escribir; participó en las dos primeras ediciones del Encuentro de Jóvenes Escritores del Norte de México (2005 y 2006) y en el Festival Internacional de Literatura Letras del Mundo en Tamaulipas (2006).
Uribe ha obtenido algunos reconocimientos relevantes como el Premio de Literatura del Noreste Carmen Alardín (2004), el Premio Nacional de Poesía Clemente López Trujillo (Bienal de Literatura de Yucatán, 2004-2005) y el Premio Nacional de Poesía Tijuana (2005). Hacia 2006 fue becaria del programa Jóvenes creadores del FONCA. Así mismo, ha sido colaboradora de las revistas Blanco Móvil, Saloma Letras Entre Ríos, Shearsman y Tierra Adentro.
Ha publicado ocho libros propios (algunos de ellos han sido traducidos al inglés) y uno en coautoría: Lo que no imaginas (2005); Palabras más palabras menos (2006); Nunca quise detener el tiempo (2007); Goliat (2009); Magnitud/e (con Marco Antonio Huerta, 2012); Antígona González (2012); Siam (2012); Abroche su cinturón mientras esté sentado (2017) y Un montón de escritura para nada (2019). Algunos de ellos han sido traducidos al inglés, como I never wanted to stop time (2012).
Entre las principales características de su obra podemos encontrar el uso de metáforas y temáticas relacionadas con un fuerte compromiso social y voces de denuncia que reaccionan a algunos hechos violentos acaecidos en la historia contemporánea de México. Dichas cualidades se encuentran, por ejemplo, en el siguiente fragmento perteneciente al poema “Outsider” (p. 35), dentro del libro Siam, donde la voz poética denuncia, empáticamente, las desapariciones de personas de diversas edades y géneros que se anuncian en los formatos de búsqueda y boletines informativos:
Los otros: los nosotros
[esporádica la traslación]
esporádicas
las conversaciones
[de los años todos] [los años del ahora] [faltan registros:
[una mujer de mediana edad ha fallecido esta noche en
un incendio] [una mujer de mediana edad es otra
forma de advertir: él no volverá más]
faltan registros]
aún seguimos uno al lado del otro, en medium shot.
Debo tener nueve o diez, él siete.
Traigo una blusa sin mangas roja
el cabello corto, negrísimo.
Él usa una playera a rayas grises y amarillas.
Los dos miramos sonrientes a la cámara. (Uribe, 2012b, p. 38)
La preocupación por temáticas histórico-sociales y por la otredad también se refleja en su obra Antígona González, monólogo teatral-poético que Uribe elaboró a partir de la petición de Sandra Muñoz, dramaturga tampiqueña, donde parte de dos bases: 1. La reelaboración de la Antígona de Sófocles, adaptada al contexto de la guerra en Tamaulipas; 2. ahondar en la necesidad de recuperar los cuerpos de las y los desaparecidos. La denuncia de la violencia y de las desapariciones dentro de la historia mexicana contemporánea son notorias a lo largo de este poemario, en la búsqueda llevada a cabo por Antígona González para encontrar a su hermano Tadeo (2012a, p.24):
Ellos insisten en que estás vivo porque los enceguece
el miedo. Ellos repiten y repiten que vas aparecer
cualquier día de éstos pero cuando callan los rasga
el miedo. Ellos se atreven a argumentar que lo más
probable es que te hayas ido con otra mujer pero los
desmiente su propio miedo. Reprueban que busque
tu cadáver y es miedo. Ellos no quieren fotografías
ni que sus nombres se publiquen y yo los entiendo
porque tienen miedo.
La poesía de Uribe se relaciona con la otredad, la voz y la memoria de las víctimas de la violencia generalizada, de las desapariciones forzadas, de los cuerpos que no han sido encontrados y la empatía hacia los familiares que tienen la esperanza de hallar a sus seres queridos, con o sin vida. La importancia de la labor de Uribe radica en la consciencia de la realidad actual del país, donde desaparecen personas, encuentran cuerpos y fosas clandestinas, donde se debe esperar cuarenta y ocho más horas para iniciar una búsqueda, generalmente sin frutos. Resulta importante resaltar el sentir de los familiares y amigos de las víctimas, quienes no se rinden en su búsqueda, así como la memoria de las víctimas.